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Y Las Cigarreras entregó su alma al Cachorro de Triana

Hay templos en Sevilla que siempre es un placer visitar, y para abrir el VIII Ciclo de conciertos «Manolo Pardo… In memoriam» la Banda de Las Cigarreras tuvo el honor de visitar la Basílica del Santísimo Cristo de la Expiración de la Hermandad del Cachorro en la noche del 7 de febrero de 2020.

Un poco más tarde de lo previsto, en torno a las 21:30 horas, el querido Manuel Lamprea se subía al ambón de la basílica para comenzar la presentación del mismo. Un concierto que además pudo seguirse en streaming por parte de todos nuestros seguidores que no pudieron estar presentes en este único lugar.


En esta ocasión, más allá de la típica crónica que solemos publicar en nuestra web, qué mejor que leer el texto íntegro que Manuel Lamprea realizó para presentar las dos partes del concierto…

Una luz se levanta en tu costado,
por las mieles que brotan de esa herida:
borbotones de sol sobre una vida
que el olvido y la muerte no han cerrado.

Pero el tiempo, reseco y coagulado
anidó en tu garganta descosida.
Y, de nuevo, la luna revestida
tiñe en cobre tu pecho apuñalado.

La brisa multiplica los cristales
de la tarde sobre las aguas quietas
que agitan pentagramas en el río.

Y han llegado, Cachorro, en el navío
cigarrero del sur, esas cornetas
que vienen a rezar con sus metales.

Basílica

Lo único cierto en esta vida es que todos nosotros, todos los que estamos hoy aquí, seremos alguna vez el Cachorro. Llegará un momento en que el ser y el no ser se fundan en un mismo abrazo. Seremos el aire que se va para no volver. El pecho que respira por última vez. Los brazos que se abrirán a la eternidad. Todos seremos el Cachorro.

Pero todos fuimos, también, el Cachorro, porque antes ya hubo quien cumplió el tránsito, este sí, terminable, finito, al contrario que el que escribió Aquilino Duque cuando Manuel regresaba por el puente. Por eso estamos hoy también aquí todos reunidos, para rememorar y honrar a quien hizo de un estilo un modelo, a quien convirtió unos principios en un sello. Una persona que crean Semana Santa, que confían en la contemporaneidad y convierten los cánones en renovación, en innovación, en voluntad de ser diferentes.

Las Cigarreras es diferente, entre otras personas, por Manolo Pardo, que precisamente, se convirtió en Cachorro cuando él mismo resucita. ¿Resucita? ¿Acaso el Cachorro no resucita a cada segundo? ¿No es el Cachorro una resurrección constante?

Manolo Pardo también resucita cada vez que una corneta le arrebata a Sevilla un trazo de su aire. Una corneta de las Cigarreras, claro. Cuando todos veníamos a besar los pies del Cachorro, en gozosa vuelta a la vida, Manolo se nos iba al mismo cielo de aquel 1991. Una vida como la del Cachorro. Fugaz pero con huella. Breve pero indeleble. No hay que agotar la vida para alcanzar la eternidad. Por eso es de justicia este concierto. Es una justicia para con la vida, la música y la Semana Santa.

Y esa justicia ya ha cumplido 40 años. Y aquí están, aquí siguen, cumpliendo y renovando una promesa que cuenta ya con ocho años de historia. Entregando su alma a la música, a Manolo y a su familia, a la fidelidad y, sobre todo, a la fe. En esta noche de febrero comienza el VIII Ciclo de conciertos Manolo Pardo… In memoriam.

Entrego mi alma es el nombre del concierto que hoy nos cita. Y creo firmemente que no podría tener mejor título. ¿Qué se estarán diciendo, ahora mismo, allí arriba, Manolo y el Cachorro, entregadas ya ambas almas al cielo de esta basílica?

Esta basílica… Me consta que una de las ilusiones de los amigos de las Cigarreras, para conmemorar sus cuarenta años, era visitar al Señor del Cachorro, al Gran Poder, a la Macarena, a María Auxiliadora… Pero, por diversas circunstancias, esa ruta no fructificó. Sin embargo, y como es propio de las Cigarreras, la idea no podía caer en saco roto y, aprovechando este lugar, siempre gracias a la colaboración de la Hermandad del Cachorro, el primer bloque de composiciones musicales que sonarán estarán dedicadas a los cuatro templos sevillanos que ostentan el título de Basílica.

Pero lo haremos a la inversa, cronológicamente hablando. El concierto, las primeras notas en memoria de Manolo Pardo, nacerán aquí mismo, en los ojos imposibles del Cachorro. Y pensando, y pensando, y pensando… ¿Qué mejor para un trianero, para aquel gitano apuñalado a las orillas de la Cava? Sonará, en primer lugar, La Cruz Gitana, de Bienvenido Puelles Oliver, clásico de la formación y que se interpretará en clara alusión a los rasgos calós del Cristo de la Expiración y al madero que sostiene su vida cada Viernes Santo de nuestras vidas.

Después, siguiendo el hilo temporal, nos vamos al Sábado Santo y al compás de María Auxiliadora, iglesia que fue declarada Basílica en 2008, y primera en España dedicada a esta advocación. Sonará Alegoría de la Fe, de Pedro Manuel Pacheco, una composición relativamente reciente y dedicada al misterio del Sagrado Decreto de la querida hermandad de la Trinidad.

Acto seguido, regresamos a la Madrugada del Viernes Santo para quedarnos ahí. En 1992, San Juan Pablo II concede el título de Basílica al hogar del Señor del Gran Poder, que cuenta ya con 4 siglos de historia en nuestra ciudad. Son cuatro siglos con la levedad y la humanidad del arco de su ceja traspasado por una espina. De ahí el nombre de la marcha de Bienvenido Puelles, Esa espina de tu cara, en memoria de aquella astilla que, desde su particular balcón, sigue contando los siglos en los ojos del Señor del Gran Poder.

Finalmente, para cerrar este bloque, nos trasladamos a la Basílica de la Virgen de la Esperanza, que concede Pablo VI en 1966. Rebuscando en las partituras de las Cigarreras, damos con el nombre y con la tecla: Llora la Esperanza, de Carlos Puelles. Hoy sí, cofrades todos, llora la Macarena y nos acerca, aún más, el legado de Manolo Pardo.

Dirige el concierto Vicente Moreno. Con todos vosotros, y entregando como siempre su alma, la banda de cornetas y tambores de las Cigarreras…

…de Triana

Después de haber recorrido casi toda la geografía del casco histórico de la ciudad, nuestros pasos regresan, presurosos, al río, para quedarse definitivamente en Triana. Porque, inevitablemente, Las Cigarreras tiene mucha sangre de Triana. Las marchas que sonarán a continuación están dedicadas por la formación a las diferentes imágenes marianas del barrio trianero. Porque no hay Cachorro, no hay Cristo, sin María. Y María en Triana es un pilar fundamental para su Semana Santa. Y lo es desde hace siglos. Desde hace ya más de seis, incluso.

Porque Triana siempre tuvo a María como su estrella, su guía, su faro. En la calle Pureza comenzamos este primer bloque, en el que invertimos el eje cronológico. De más antiguo a más reciente, en cuanto a fecha de fundación se refiere. Stella Maris, de Rafael Vázquez Mateo y José Manuel Reina Romero, composición icónica de las Cigarreras. Estrella del mar, uno de los apelativos más hermosos para llamar a la Virgen María y a todos sus marineros, a sus hijos, que en Triana tienen su orilla particular a las plantas de la Virgen de la Esperanza.

A continuación, siguiendo como siempre la frontera del río, acudimos a nuestra casa, a la casa de todos los cigarreros y donde todo tuvo su germen. ¿Qué iba a sonar, si no? Madre Cigarrera, de Rafael Vázquez Mateo, y dedicada a la Virgen de la Victoria, que siempre siguió de cerca los pasos de Manolo Pardo y de sus chiquillos cuando canturreaban aquellas cornetas en el campo de la feria hace ya, como saben, más de cuarenta años. Una composición que, además, cuenta con reminiscencias de otras tantas marchas de la historia de esta formación.

En Triana estamos, y en el cielo de Triana nos quedamos. A falta de sesenta días para el domingo de Ramos, como Venus en el cielo de la cuaresma, asoma ya la Estrella marmórea de la calle San Jacinto. ¡Y Tú, Estrella! es el nombre de la séptima composición que sonará esta noche, dedicada a la dolorosa que abre el puente en la Semana Santa. Obra de Bienvenido Puelles, es indispensable en cualquier procesión donde interprete su música la banda de las Cigarreras.

Para cerrar este primer concierto del ciclo Manolo Pardo, in memoriam, aguardamos en la calle San Jacinto a que regrese, envuelta en una estela de Guadalquivires nevados, la Virgen de la Salud. Quería Bienvenido Puelles un palio celestial para su Virgen, y se lo regaló en forma de pentagrama. Un cielo para mi Virgen, para las Cigarreras y para Manolo Pardo, que cada Lunes Santo le tiende la mano a la Virgen de la Salud en la oscuridad enamorada de las casas bajas del Barrio León.

Y aquí finalizará este recorrido, entre Triana y Sevilla, entre basílicas y advocaciones, entre estrellas y madres que han forjado, a lo largo de estas décadas, el carácter de la banda de las Cigarreras, de la mano siempre de nuestro querido y añorado Manolo Pardo. Sirva, de nuevo, este homenaje, en recuerdo a su figura, a su afán y a su valentía por convertir a las Cigarreras en un espejo donde mirarse y en una fuente donde beber en el género de las cornetas y tambores. Suena Las Cigarreras en el barrio de Triana.


Poco que añadir ante este soberbio texto de nuestro querido Manuel Lamprea, que hizo las delicias de cuantos presenciaron el concierto. Un concierto que tuvo como siempre la presencia de gran parte de la familia de Manolo Pardo, y que como no podía ser de otra manera, fue cerrado con la marcha Maestro, que Dionisio Buñuel le dedicara allá por la década de los 90.

Gracias de corazón a todos los asistentes, y a la querida Hermandad del Cachorro por todas las facilidades que nos ha proporcionado para la celebración de esta noche inolvidable para todos los cigarreros.

Información del autor
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Juanjo Dorado
Director de comunicación. Componente en la cuerda de trompetas.
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