Silencio, ante Herodes... El Hijo de Dios, nueva marcha de Las Cigarreras
El próximo día 2 de febrero de 2018 en el Convento de Capuchinos de Sevilla, y durante el concierto que la Banda de Las Cigarreras ofrecerá enmarcado dentro del VI Ciclo de Conciertos en memoria de Manolo Pardo, tendrá lugar el estreno de la nueva marcha de Cristóbal López Gándara: Silencio, ante Herodes… el Hijo de Dios.
Tal como el propio Cristóbal hizo con su predecesora, Ante Anás… El Hijo de Dios, os traemos el texto en el que el compositor desgrana esta nueva obra que pasará a engrosar el repertorio de la Banda de Las Cigarreras.
Silencio, ante Herodes… El Hijo de Dios, según Cristóbal López Gándara
Escrita en agosto de 2017, “Silencio, ante Herodes…el hijo de Dios” es la tercera marcha enmarcada en el proyecto de música para cornetas y tambores sobre los procesos judiciales que llevaron a cabo con Jesucristo. Como siempre, a través de un avanzado corte estético musical, esta marcha describe el juicio ante Herodes, y es por ello que la Hermandad dedicataria ha sido la Hermandad de la Amargura de Sevilla.
Y le interrogó extensamente, pero Jesús nada le respondió.
Lucas 23:9.
Aunque todas estas obras comparten título, el silencio en esta tiene un papel relevante. Como diría Conrado Xalabarder: “la ausencia de música es capaz de hacer que esta sea más impactante”. Es por ello que el silencio nos traerá todo el sentido de esta obra.
Todas las cuestiones se plantean en la primera sección de la obra; la situación de la escena descrita por Lucas en su evangelio: los diálogos, las acusaciones y burlas de los sacerdotes… y claro está, el leitmotiv general de la obra, que servirá de secreto hilo conductor a lo largo de la misma:
Cuando entra el segundo solista podemos comprobar cómo aparece el leitmotiv de la obra, que no es otro que la presencia de Dios en la escena. Bajo todas las futilidades y banalidades del ser humano, Dios es espectador omnisciente de todo lo que ocurre y ha de ocurrir. Este motivo está presentado bajo la forma de salto de 4ª ascendente y descendente que viene a formar un triángulo, símbolo tradicional (si le añadimos un ojo al centro del triángulo) que viene a representar a Dios como el ojo de la providencia, un símbolo cristiano que procede de los primeros siglos del cristianismo.
Este motivo musical aparece a lo largo de toda la obra, y presente prácticamente en la totalidad de la instrumentación de la banda de manera simbólica, tanto en forma de melodía, contrapunto, acompañamiento y bajo, en su forma original y variada (aumentada, reducida e invertida). Podemos ver a continuación solo algunos de los múltiples ejemplos que hay de este motivo en las formas que hemos comentado:
Pasada toda la introducción de los materiales llega la representación de los dos juicios anteriores; tanto los temas de Caifás como de Anás se presentan en el primer fuerte de la marcha (Caifás) de forma variada pero a la vez explícita para la comprensión del oyente, y luego en el solo de corneta central (Anás), de la misma forma que la anterior cita.
Una vez representadas las citas de los dos juicios anteriormente comentados, todo se rompe en un nuevo tema inédito, con un giro brusco hacia otra tonalidad que servirá de puente hacia el desenlace de esta historia.
Si bien la presentación de la obra había descrito la escena en la que nos encontramos, el final servirá para desenlazar el nudo creado a través de la multitud de motivos musicales utilizados. Es por ello que vuelve a aparecer el tema de las acusaciones y las burlas a Jesús (un breve fugado entre todas las voces de la Banda que crea cierto aire de inquietud en la escena musical) que se ve interrumpido de forma muy abrupta a través de unos acordes de 6ª aumentada y ritmos sincopados, para dar paso de forma totalmente sorpresiva a la repetición del tema inicial de la marcha, expuesto en forma de “tutti” de la banda, donde se mezclan varios motivos utilizados previamente con el tema del juicio de Herodes, que dan un cierre brillante a la obra, representando la expulsión de Herodes y posterior llegada de Jesús ante el juicio definitivo de Pilatos, pero eso ya es otra historia…
Como pasaba en “Ante Caifás…el hijo de Dios” (y no así en “Ante Anás…”), no hay una descripción musical exacta de los momentos que se pretenden representar, sino más bien una evocación de los mismos, donde es el propio oyente el que tiene que formar con sus propios pensamientos la escena, formando así parte también de la obra en sí misma.
Fotografía: Tomás Quifes.