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Corpus 2014: Broche eucarístico a una temporada para el recuerdo

Dicen que hay tres días en Sevilla que relucen más que el Sol: Jueves Santos, Corpus Christi y el día Ascensión. El pasado jueves era uno de ellos, uno de esos días en los que Las Cigarreras rodea con rojo en el calendario.

Día grande la bendita ciudad de Sevilla, Corpus Christi, se pone punto y final a una temporada cargada de trabajo y sacrificio. Y que mejor forma de despedirse que acompañando musicalmente que al Señor de la Sagrada Cena. Con ÉL, empieza y acaba todo.

En torno a las once la de mañana, la Banda de Las Cigarreras estaba citada en el bar Las Columnas. Una vez terminada la procesión del Corpus Christi, la Hermandad de la Cena, que establece su altar en el Palacio Arzobispal, inicia la vuelta a la Iglesia de Los Terceros.

Para llegar al Palacio Arzobispal, la banda de Las Cigarreras interpretó Carmen, la Cigarrera.

Sobre las doce y media comenzaba el recorrido de vuelta del Señor de la Calle Sol a los sones de la Marcha Real y el Himno Eucarístico, como es tradicional. Y para seguir la marcha Alegoría de la Fe.

Una Sevilla engalanada para la ocasión se ponía sus mejores galas. Con un intenso olor a romero, el Señor de la Sagrada Cena seguía con su caminar con marchas como Amor de Madre y Macarena.

Una vez llegado a la Cuesta del Rosario el Señor de la Calle Sol caminaba con paso firme con Dulce Nombre de María, Divina Pastora de Cantillana, Esa Espina de tu Cara y Reinas del Baratillo, para enfilar hacia la Alfalfa.

Al igual que el año pasado en la revirá de la Calle Boteros hacia Sales y Ferrer se interpretó el Ave María y En Mis Recuerdos. Después de la Plaza Cristo de Burgos vinieron marchas como Un Cielo para mi Virgen, Sagrada Eucaristía e Y Fue Azotado.

Y para terminar un clásico en nuestra Hermandad de la Cena, Costalero del Soberano con la Marcha Real y el Himno Eucarístico, interpretando ésta última dentro de la Iglesia de los Terceros.

Otro año más o menos, otra temporada más o menos… todo fluye nada permanece, pero ÉL siempre seguirá estando ahí para cobijarnos con su Eucaristía.

Mi principio y mi fin.

Foto principal: Pablo Lastrucci

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