Eliminando "fronteras" en Almodóvar del Campo
Como si de un viaje personal se tratase, se cuidan los detalles al máximo; el uniforme completo, por supuesto, ropa cómoda para el viaje, instrumento con todos los accesorios, y porqué no, un aperitivo porque el camino, es largo… Así nos levantamos el sábado 19 de febrero, con la mente puesta en la amplia jornada que nos quedaba por delante.
Y es que la Banda de Las Cigarreras vuelve a salir de Andalucía, por fin. Desde aquel 8 de marzo de 2020, día en el cual tuvimos la suerte de viajar a Salamanca, nuestra formación no había salido de nuestra comunidad autónoma, e incluso muchos de nuestros compañeros, no habían podido salir de Sevilla, por los motivos que todos conocemos.
Pues sí una larga jornada, que comenzaba a pie de autobús, donde se comenta el destino, algunos compañeros conocen la zona, han viajado, trabajado por allí, te cuentan peculiaridades del lugar… en fin, conversaciones para pasar esos minutos de espera hasta que se escucha; «¡Vamos, que se va el autobús!».
De modo que sólo queda subir, ponerse cómodo y buscar distracciones para el viaje. En esta ocasión nos dirigíamos a Almodóvar del Campo, provincia de Castilla La Mancha, en la que se tiene mucho cariño a nuestra formación y a la que se ha viajado en varias ocasiones.
Durante el camino, son horas en las que los más veteranos nos cuentan divertidas anécdotas que sucedieron en alguno de aquellos cientos de viajes que la banda ha realizado a lo largo de su historia.
También hay tiempo en este viaje para una parada, que conlleva situaciones inusuales, por ejemplo, un café… una charla con compañeros con los que normalmente no tienes ocasión de cruzarte, ya sea por diferencia de horarios o por pertenecer a grupos distintos dentro de la banda. Sin embargo, es ésta una preciosa oportunidad para aprender de otros y apreciar los enormes valores que esta salida ofrece.
Ya en Almodóvar, el contraste de temperatura nos confirmó que habíamos salido de Andalucía, a pesar de eso, al bajarnos del autobús, inmediatamente sentimos el calor de los vecinos de éste y los pueblos de la zona, así como de todos los asistentes que nos brindaron la oportunidad de ofrecerles nuestra música.
Se pudo escuchar… «¡Ahí viene las Cigarreras!… ¡Ya están aquí!». Nos animaban mientras íbamos camino de los vestuarios. Una vez que estábamos vestidos de uniforme y con los instrumentos debidamente afinados, esperábamos pacientemente a que terminaran de tocar los compañeros de la Banda San
Juan Evangelista, que tocaban en ese momento en el escenario.
Subíamos y entre aplausos ya se notaban las ganas del público por escuchar este deseado
concierto.
El repertorio de esa noche discurrió como un paseo por aquellas marchas que tenemos dedicadas a nuestras Hermandades. No sin antes, brindar la marcha Réquiem, al alma de nuestro compañero Manuel Pineda.
Después de ese momento emotivo, que el público comprendió y respetó profundamente, interpretamos otra marcha de corte solemne, como es Señor de Sevilla.
A partir de ese momento, el concierto tomó un carácter muy distinto, ya que comenzamos a tocar unas marchas más dinámicas, que fueron; Noches de Lunes Santo, Prendido, Ante Anás… El Hijo de Dios y Ante Pilatos… El Hijo de Dios.
El público estaba completamente entregado, y rebosante de emoción tras la ejecución de estas últimas marchas. Aplaudían cada solo, y nos ovacionaban al término de cada tema. Pero lo mejor estaba aún por llegar…
En ése momento interpretamos dos de nuestras marchas más famosas, que popularmente son conocidas como nuestros «himnos», sonaron Y fue azotado, y tras ella, Costalero del Soberano, que enlazamos directamente con la Marcha Real.
De nuevo el público asistente se deshizo en vítores y aplausos, por lo que quedó claro que el concierto no podía acabar ahí. Nuestro director nos comunicó que tocaríamos dos piezas más, de modo que, interpretamos nuestra nueva marcha, la marcha que habíamos estrenado la noche anterior, sonó ¡Victoria!, que fue recibida con gran agrado.
Por último, y dándose la hora cercana a la media noche, para poner el broche a aquella agradable velada, interpretemos el medley, «Jackson Eternal«, con el que pusimos fin a nuestra actuación en la feria cofrade.
Sin más, queríamos mandar un gran abrazo a todos esos aficionados a nuestra música que durante todo este tiempo oscuro de pandemia, han estado enviándonos, por uno u otro medio, su cariño y apoyo, y animándonos a no caer en el desánimo para lograr llegar a éste momento, en el que por fin podemos volver a hacer lo que más nos gusta, MÚSICA.
Agradecer enormemente al pueblo de Almodóvar del Campo, porque, sin lugar a dudas, nos sentimos literalmente como en casa durante todo el concierto, a pesar de estar a cientos de kilómetros.