Francisco Javier Torres Simón: Mi mensaje para compositores es formación y trabajo para dejar de echar quinielas con el Encore
Culminamos nuestro ciclo de entrevistas realizado en esta Cuaresma 2015 a los cuatro autores de las cuatro composiciones estrenadas por la Banda de Las Cigarreras en este año con Francisco Javier Torres Simón.
Autor de «Una palabra tuya«, la marcha que estrenamos en el Concierto en el Silencio, Francisco Javier Torres se autodefine como compositor, productor e investigador sevillano especializado en música de cine y nuevas tecnologías. Miembro de nuestra formación musical hace algunos años, ha visto colmado uno de sus deseos al poder estrenar esta composición musical en la que es su banda.
Habiendo sido componente de “Las Cigarreras”, ¿cómo ve la evolución que ha tenido la banda desde que pertenecías a ella hasta el día de hoy?
Recuerdo con mucho cariño mis tiempos ensayando en el puerto aguantando ese extraño olor a semilla húmeda y el frío calando através de los tres calcetines que mi madre me ponía para evitar la congelación. Ya cuando nos mudamos a los bajos de Marqués de Contadero me pareció espectacular. Pero el emplazamiento actual es inmejorable. Muchos músicos profesionales desearían tener instalaciones similares.
¿Sobre los músicos? Inmejorables. Estoy acostumbrado a trabajar con intérpretes de primer nivel mundial y cuando me he puesto delante de los músicos de la Cigarreras no he sentido ningún tipo de merma en su actitud. Sin duda, están a un nivel altísimo y es un orgullo y un placer poder escuchar una de mis marchas interpretada en una banda como las Cigarreras.
Por parte de la dirección, creo que están haciendo una labor impecable. El rumbo que están tomando es indiscutiblemente el correcto, y me atrevería a animarles para que siguieran por ese camino
¿Cómo vive Francisco Javier Torres Simón la Cuaresma y la Semana Santa? ¿Qué es lo que nunca se suele perder durante estos dos periodos?
Lo cierto es que últimante ando bastante desconectado del mundo cofrade. Los proyectos, el trabajo en la universidad y los diferentes viajes que, además, suelen coincidir con las fechas de cuaresma, me hacen estar menos conectado de lo que desearía. Las costumbres que no pierdo es la de escuchar los principales programas de Semana Santa, ahora hay muchos más que cuando andaba tocando en la banda. Y como buen trianero, me encanta reservar algo de tiempo en el fin de semana de pregón para visitar las hermandades de mi barrio. La Estrella, el Cachorro, la O, Triana, y mi hermandad de corazón y de adopción; San Gonzalo y las Cigarreras.
Es experto en composiciones de bandas sonoras, bajo su opinión ¿qué es más difícil componer una banda sonora o una marcha de Semana Santa?
Pues las dos presentan una complejidad diferente. Desde el punto de vista técnico, la banda sonora implica crear una música que se adapte escrupulosamente a la escena. El compositor se enfrenta a un vídeo en silencio, algunas veces con dialogo y otras sin nada, al que hay que incorporar la música para que encaje exáctamente con el discurso dramático de la película. Este proceso no es fácil y requiere mucha técnica para lograr resultados aceptables. Otro problema que tiene el mundo de las bandas sonoras implica que tienes que ser un compositor polivalente y ecléctico. Hoy puedes estar componiendo una pieza sinfónica, que mañana te piden un tema rock o un tango. Tienes que estar preparado para lo que sea.
Componer una marcha presenta otros retos. Para empezar, tienes que lidiar con las limitaciones de la corneta. No es un instrumento cromático, o lo que es lo mismo, no es capaz de dar todas las notas musicales, por lo que tienes que componer partiendo de que, aunque quieras armonizar de forma diferente, las limitaciones en cuestión a las notas es palpable.
Lo siguiente es que, pese a que no estás limitado por una imagen en movimiento, sí estás limitado por las necesidades de los costaleros, por lo que el tempo y las estructuras rítmicas no pueden ser especialmente complejas.
Para mí, componer marchas de Semana Santa no es complicado, primero por que lo llevo en la sangre, y segundo por que como buen cofrade que soy, sé lo que quiero y tengo los conocimientos para obtenerlo. Mi problema con la música para Semana Santa es la contención. Acostumbrado a componer música contemporánea, debo censurarme constantemente a la hora de escribir para bandas ya que, si por mí fuera, aplicaría armonías aún más agresivas de las que hoy empleo en mis marchas. Pero entiendo que la evolución de la música procesional, cuestión imparable e inevitable, debe progresar con pequeños pasos. Uno de mis maestros de doctorado me dijo que hacer una tesis implicaba escribir sólo una línea sobre lo que los demás hayan escrito antes. Creo que esta lección se puede aplicar de igual forma a la composición de marchas procesionales. La tradición debe evolucionar con pequeños pasos.
Hay muchos compositores inexpertos que crean su obra por inspiración, en cambio, los estudios que tienes son envidiables ¿crees que la formación es fundamental a la hora de componer o tiene más peso la inspiración?
Tener los conocimientos teóricos no garantiza que el compositor haga una obra maestra, y carecer de ellos sólo implica que al compositor le va a resultar más difícil plasmar en papel la idea que tiene en su cabeza. Mi respuesta es que, indiscutiblemente, la inspiración, palabra que prefiero sustituir por intuición, es mucho más importante que la técnica, pero es obvio que sin conocer los rudimentos propios de la armonía musical, la orquestación y demás teorías musicales, crear una obra con cierta riqueza musical es cuestión de pura fortuna. Sin embargo, la literatura musical para bandas de cornetas y tambores está llena de ejemplos de compositores que, si tal vez no tienen profundos conocimientos compositivos, han sido capaces de crear auténticas obras de arte que yo realmente admiro y disfruto.
Su obra para “Las Cigarreras” se denomina “Una palabra tuya”. Explícanos cómo surge la idea y el porqué de ese nombre.
Una palabra tuya es una marcha muy especial para mí, pues es una composición dedicada a mi madre Rocío, tristemente fallecida el pasado mes de junio de 2014.
Por desgracia, mi madre pasó los últimos años de su vida padeciendo diferentes tipos de dolencias que la obligaban a pasar mucho tiempo en el hospital.
Mi madre poseía una fe inconmensurable, y agradecía al santísimo todas sus alegrías, y rogaba por todas sus desgracias. Eso le hacía vivir en paz y feliz rodeada de los suyos.
Todos los años veíamos salir San Gonzalo, hermandad de nuestro barrio y del que soy hermando gracias a mi madre desde hace más de 30 años.
Es obvio que la forma de disfrutar la semana santa es muy diferente para todos nosotros, y para mí, mi madre vivía el paso de su cristo con especial devoción. Ella podía abstraerse del tumulto, de la música, de los aplausos. Podía apreciarse cómo mi madre se sentía realmente sola ante su cristo, sin más distracciones que el ruido producido por los pétalos de azahar cayendo en el suelo.
Y no había año que no se pudiera distinguir en sus labios una plegaria; una palabra tuya bastara para sanarme.
Tal vez ella ya no se encuentre entre nosotros, pero necesitaba saber que mi Cristo sigue escuchando, a través de los sones de Cigarreras, cómo mi madre le sigue rogando por la salud de todos nosotros.
La marcha tiene un solo bastante emotivo que refleja el sentimiento con el que está hecha la composición. ¿cómo vivió el momento en el que escuchó por primera vez esas notas a través de la corneta?
Las emociones son fuertes debido a la naturaleza de la marcha. Mi madre me mostró su admiración y orgullo por mí en todo cuanto hacía, y eso es el mayor premio para un hijo. El sólo es el mayor momento de recogimiento de la marcha, expresando el sentimiento de soledad producido por la perdida de un ser tan especial para la vida de una persona como es su madre.
No puedo ocultar que el día que escuché por primera vez el solo se me hizo un nudo en la garganta y me costó contener las lágrimas, por que para mí es inevitable tener la imagen de mi madre en la cabeza al escuchar esta melodía.
Si soy franco, lo primero que se me pasó por la cabeza al escuchar el solo fue; aquí mi madre Rocío, para Sevilla.
Si tuviera que elegir una hermandad y un lugar para tocarla, ¿cuál sería y por qué?
Es una pena que el recorrido de regreso de la Hermandad de San Gonzalo no pase como antiguamente por las calles del barrio, pero un lugar mágico sería tras el paso del Soberano Poder por las calles estrechas colmadas de naranjos, en una de esas mágicas noches templadas del lunes santo.
En el mundo de las composiciones musicales, hoy día, existen bastante marchas que las cuales no siguen con una melodía. ¿Cuál es la opinión de Francisco Javier Torres Simón de estas composiciones?
Me resulta muy difícil opinar al respecto. Considero que cuando una persona dedica tiempo de su vida a componer una marcha, tenga o no conocimientos musicales, lo hace desde el más absoluto cariño y respeto. Entiendo que en esa persona radica el profundo deseo por expresar musicalmente su admiración hacia su hermandad, su ser querido o su ciudad a través de su composición.
Es fácil identificar este tipo de marchas y son producto indiscutible del hecho que, hoy por hoy, cualquiera con un ordenador y un programa de notación musical se puede aventurar a poner dos notas seguidas en un pentagrama, esperando que cuando le dé al play, aquello suene a Pasión Muerte y Resurección.
Y como es de esperar, eso no ocurre. El compositor, entonces, mueve nota arriba, nota abajo, pone un punto, ahora lo quita, algo así como si intentara montar ese puzzle de mil piezas donde espera ver alguna vez la imagen de la giralda, pero que por el momento sólo ve el giraldillo, y con bastante sufrimiento.
Entonces, el problema no está en su inquietud y valentía, que son loables, el fallo radica en el filtro al que se somete esta composición, y no todas las bandas se pueden permitir tener compositores formados escribiendo para ellos.
Entiendo que estas marchas aparecen por que confluyen diferentes intereses. Las hermandades quieren marchas dedicadas, los directores quieren estrenos, y hay mucha gente que quiere componer, con toda la responsabilidad que implica esa palabra, sin pasar por la casilla de salida… estudios musicales, formación y entrenamiento. Y ojo, por formación musical no me refiero a estudiar en un conservatorio, ser autodidacta puede ser tan válido como tener estudios reglados.
Después de lo dicho entran los egos, los gustos y demás cuestiones en lo que no puedo entrar, pero mi mensaje a este tipo de compositores sería el siguiente; formación y trabajo para dejar de echar quinielas con el Encore. Y después, estoy seguro que ellos mismos se sentirán orgullosos de su esfuerzo y podrán ser dignos jueces para comparar y criticar lo que hacían y lo que tras el conocimiento técnico son capaces de hacer.
¿Qué cree que es lo que diferencia a “Las Cigarreras” de otras bandas? Si pudiera definirla de alguna manera ¿cómo lo haría?
Hay muy buenas bandas en Sevilla, probablemente las mejores de España, pero las Cigarreras posee un sello indiscutible que es la valentía. Marchas como Refúgiame, Cordis Mariae, y por nombrar la mía, Una Palabra Tuya, nunca habrían salido del cajón del compositor si no existiera la banda de Las Cigarreras.
Creo que esta banda tiene olfato, y sabe adelantarse a las corrientes estéticas, y por ello es la banda que impone un estilo y marca un camino por el que el resto sigue sin dudar, pues aquello que Las Cigarreras hace, siempre termina en éxito. Eso es lo más destacable de esta banda, que no lo único.
Al igual que la pregunta que le hicimos a Rafa Vázquez, si tuviera que definir con un momento, una marcha y un autor a la Semana Santa de Sevilla, ¿cuáles serían?
De pequeño, mi madre me llevaba a ver la semana santa a las sillas de la carrera oficial, concretamente las situadas frente a la entrada de la Catedral.
Recuerdo que un año llegábamos tarde, y justo en ese momento, la antigua banda de la Sed pasaba en la cruz de guía de, francamente, no me acuerdo qué hermandad era. En ese momento, con tan sólo cinco años, ni sabía qué banda era, pero sí se grabaron a fuego en mi recuerdo dos elementos, uno visual y otro sonoro. El visual era la punta del casco característica de esta banda, y el sonoro era una melodía simple, penetrante. Con la fuerza que caracteriza a las bandas de cornetas y tambores.
Esa melodía permaneció en mi memoria, y aunque no sabía ni su nombre ni su autor, viajaba por mi mente sirviendo de banda sonora para cualquier cosa que pudiera hacer. Comer, jugar, pasear agarrado del brazo de mi madre. Todo momento era bueno para que esa melodía sonara en mi cabeza.
Pasarían varios años hasta que, a la edad de 13 años, entre unos amigos de Triana montamos una banda (la Banda del Amparo), y situamos nuestro ensayo en la plaza junto a la Hermandad del Cachorro. Con cierto esfuerzo, contratamos a un músico de la banda del Sol para que nos dirigiera y nos enseñara a tocar.
Fue ahí donde, por fin, le puse nombre y conocí el autor de esta marcha.
Mi momento mágico es esa tarde de semana santa ante la Catedral, agarrado de mi madre, escuchando con la inocencia y la sorpresa de un niño la marcha Cristo del Amor de Alberto Escámez.
Gracias a Francisco Javier Torres Simón por el tiempo dedicado para la realización de esta interesante entrevista y por poner a nuestra disposición sus conocimientos en pos de ofrecernos su música, que desde ahora ya es la música de Sevilla en su Semana Santa.